Las futuras Redes 5G transformarán nuestra forma de percibir y de relacionarnos con el mundo que nos rodea. La combinación de avances de las Redes 5G transformará la realidad actual en una “realidad conectada”, en la que todos los objetos y todas las personas están conectados entre sí, formando un todo único.
Las Redes 5G permitirán conectar más de seis millones de millones de sistemas, lo que incluye a todos los habitantes del planeta, y adicionalmente, del orden de mil objetos por cada uno de ellos. Cada persona estará permanente conectada a sus médicos, sus amigos, sus compañeros de trabajo, clientes/proveedores, servicios de seguridad, pero además, estará conectada a su automóvil, su nevera, su tienda del pan favorita, lugares de ocio, metro, aeropuerto, vivienda, y en suma, todo objeto que tenga un cierto interés para nosotros. Los objetos estarán igualmente conectados, por lo que un “palet” podrá “quejarse” a su empresa de origen que su ruta de entrega es incorrecta, y nuestra caldera podrá descargarse software de control que la haga más eficiente.
Un visitante prueba un móvil en el 'Mobile World Centre', en la exposición del pasado año.
La cantidad de dispositivos conectados se verá complementada por un incremento de la capacidad de la red de tres órdenes de magnitud. Las redes 5G podrán por tanto transportar 1.000 datos móviles más que las redes 4G que empiezan a desplegarse en la actualidad. Esa capacidad masiva de comunicación permitirá que cada persona acceda, envíe o intercambie, de forma cuasi instantánea, las sensaciones de su preferencia. Si bien la investigación en 5G no cubre las interfaces multimodales, la red se está diseñando para poder integrarlas. Dispositivos de realidad aumentada, interfaces de ondas cerebrales, o la implantación de biochips de interfaz, permitirá a los usuarios de las redes 5G interactuar entre ellos, y con todos los objetos conectados de una manera totalmente natural, sin percibir dispositivos externos, como una extensión de sus cinco sentidos.
El corazón de la red se basará en el desarrollo intensivo de las actuales tecnologías de virtualización, rediseñando la red desde cero: lo que destacados científicos de Telefónica denominan “Deconstruir la Red”. La convergencia con tecnologías de “cloud computing” permitirá un control de red mucho más flexible y económico que el actual, con una mejor integración con los servicios soportados, y con los procesos de negocio de las operadoras de telecomunicación. Esto permitirá reducir el plazo de despliegue en producción de un nuevo servicio desde los actuales 90 días, a un tiempo tan reducido como son 90 minutos. La oferta de servicios soportado será por tanto mucho más dinámica y adaptada a las necesidades de los usuarios, particulares o profesionales.
El intercambio de imagen estereoscópica, olores, información táctil, o como ya he indicado, ondas cerebrales de forma directa, se podrá realizar estemos donde estemos. Porque al contrario de lo que sucede con los sistemas 4G, las Redes 5G se han diseñado para disponer de cobertura geográfica universal, con la ventaja añadida de una mayor uniformidad de servicio respecto a la posición relativa entre la estación base y el borde de la célula. Sistemas MIMO masivo y beam forming se utilizarán para aumentar la utilización espectral de cara a lograr la capacidad objetivo con un consume de espectro relativo muy inferior al actual.
La reducción del consumo energético es otro de los elementos clave de las Redes 5G. Si aumentásemos la capacidad de la red 1.000 veces con la tecnología actual, el consumo energético de las mismas sería tan alto que no podría proporcionarse. Se están desarrollando por ello tecnologías con un consumo energético relativo de tan solo el 10% del actual, de cara a minimizar el impacto medioambiental derivado de 5G.
Las Redes 5G nos llevarán a un mundo en el que la distancia no existe, y en el que nuestro ser y percibir se fusionará con el de nuestros semejantes y con el de los objetos que nos rodean.
- EFE:FUTURO | REDES 5G | TRIBUNA: Redes 5G: la revolución de las comunicaciones. Por Arturo Azcorra